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08 October 2020

¿Cómo desarrollamos la creatividad?



Para muchos la creatividad y la observación en la educación hacen parte de la misma ecuación. Durante la infancia, el desarrollo de la creatividad está en el día a día de los niños y niñas a través del juego y de la interacción con diferentes objetos como carritos, muñecas, piezas de construcción, aviones de papel, palillos o piedras. Animar lo inanimado hace parte de su rutina e interacción con su entorno. El límite entre la ficción y la realidad es muy delgado, y esto les permite imaginar y crear sin cuestionar qué tan viables o no son sus ideas. 

En la medida que vamos creciendo, la creatividad empieza a asociarse con personas que son artistas, que cuentan con características únicas y eso las hace especiales. Sin embargo, esto es una falacia. Todos tenemos el potencial de ser creativos porque hace parte de nuestra naturaleza humana. Los docentes son un gran ejemplo del reto de poner la creatividad en acción en el aula a diario. 

¿Por dónde empezamos?

Desde los años 60, una serie de académicos han centrado sus esfuerzos en reconocer las características de un proceso creativo. Aunque existen muchas corrientes para dar pautas de cómo abordar y desarrollar la creatividad, la mayoría está de acuerdo en que se debe partir de la observación. 

En términos prácticos, nos invitan a hacer una pausa, reconocer nuestro entorno, observar y empezar a formularnos preguntas. Estos dos pequeños pasos son suficientes para dar inicio a un proceso creativo donde es necesario aceptar las ideas y preguntas más disparatadas. Aquí es importante dejar a un lado la estructura, el método, los juicios y la razón. La exploración de la creatividad es un lugar donde el juego y la imaginación dialogan para observar la realidad desde diferentes perspectivas. 

Resolución de problemas en el aula 

Una vez cumplimos con esta primera etapa de exploración (observación y preguntas), estamos listos para abordar la creatividad con un propósito. Es posible cultivarla a través de diferentes ejercicios o desarrollarla hacia un fin determinado. En este caso, podemos hacer uso de ella al abordar distintas perspectivas para trabajar un problema complejo en el aula, desde una provocación para dar inicio al ciclo de proyecto (PBL). Podemos traerla a la sesión de preguntas dando un espacio para explorar todo tipo de situaciones, o cuando exploramos diferentes formas para decidir la manera en que vamos a presentar nuestros resultados. 

¿Cómo cultivamos la creatividad?

Las preguntas son la mejor fuente de inspiración para ejercitar la creatividad. Actividades de lluvia de ideas para abordar una situación o un problema, resultan un espacio propicio para ejercitar las conexiones neuronales y llegar a ideas que, en un principio, podrían parecer absurdas. 

Es fundamental que los docentes le den a la creatividad un lugar en el aula a través de sesiones con los estudiantes de exploración, donde, por ejemplo, se pueden traer objetos que usamos a diario y, a partir de ellos, hacer listas de todos sus usos posibles, para luego compartirlas con los compañeros. Esto no solo estimula los sentidos sino que también nos hace ser más resilientes y flexibles ante situaciones que no podemos controlar. 

Desarrollo emocional 

Solemos dedicarle tiempo a las cosas que nos interesan porque nos hacen sentir bien. En este sentido, la curiosidad, la creatividad y las emociones también hacen parte de una ecuación que tiene que ver con el desarrollo de habilidades para fortalecer la toma de decisiones. En este sentido, cuando reconocemos que la creatividad nos permite conectarnos con otros, o abordar situaciones con otra mirada, somos capaces de desarrollar mayor resiliencia y tenemos más herramientas para navegar las situaciones difíciles de la vida. 

La creatividad no es un don único de los artistas. Por el contrario, hace parte de una caja de herramientas con la que contamos, no solo para imaginar sino también para volver nuestras ideas acciones en un mundo que cada día nos trae más retos. Además, en la medida en que aceptamos el fracaso como parte del aprendizaje, aprendemos a descartar lo que no funciona para así enfocarnos en lo que sí y sacar nuestras ideas, tal vez hasta las más disparatadas, adelante.