ACTUALIDAD



05 May 2021

Educando en tiempos de violencia



Con la ola de protestas y violencia que inicia el mes de mayo en Colombia, nos preguntamos como mamás y como educadores, qué significa enseñar en estos momentos tan violentos. Los niños son testigos directos o indirectos de la conmoción, y tras más de un año de pandemia, pueden necesitar más acompañamiento que nunca. 

La suma de los miedos

Expertos psicólogos han llamado ya la atención sobre la ansiedad generada en niños y adolescentes a causa de la pandemia. Entre los síntomas más recurrentes se encuentran los terrores nocturnos, la incapacidad para controlar esfínteres en la noche, bajo rendimiento académico, miedo a separarse de padres o cuidadores, inquietud elevada o en algunos casos hasta comportamientos estereotipados. 

La violencia intrafamiliar se ha intensificado, y las ayuda es más difícil de brindar en tiempos de alto desempleo y aislamiento. Numerosas familias deben sumar a las preocupaciones generadas por el virus, las agresores dentro de sus mismos hogares intensificados por el encierro y el estrés. 

El clima político, económico y social se han enredado en una serie de sucesos que no son nuevos. En noviembre de 2019, antes de la pandemia, estábamos también viviendo cacerolazos y paros, con muchos actos de vandalismo. En septiembre de 2020 el asesinato de un civil por parte de la policía desembocó una ola de violencia hacia la fuerza pública. Ahora nos enfrentamos a un paro lleno de actos violentos, opiniones encontradas y problemas sociales, políticos y económicos de fondo. Para los niños, estos sucesos no les son ajenos, y les genera incertidumbre, miedo y ansiedad. ¿Cómo educamos en tiempos de violencia? ¿cómo debemos manejar estos sucesos al interior de nuestros hogares?

Educando en tiempos de violencia

Hay varias cosas que podemos hacer como adultos para acompañar estos procesos de miedo e incertidumbre y no seguir sumando indefinidamente a los promotores de ansiedad en nuestros niños. Antes que nada somos sus modelos, y la manera en que llevemos el proceso nosotros mismos será una clara imagen de la forma en que ellos también lo hagan. Por esto, gestionar nuestras propias emociones y evidenciar este proceso es un lugar clave para empezar.

Esconder la información no es provechoso, crea un miedo mayor a lo desconocido y muchas veces la imaginación desbordada de los niños puede más que atenuar, ayudar a aumentar los niveles de ansiedad. Es importante darles la información de la manera más concreta y sencilla posible. Hacer explicaciones claras que atiendan a las dudas reales de los niños, y que puedan contribuir a entender los sucesos para evitar imaginarios.

Las preguntas son la base de los procesos profundos de aprendizaje. Propiciar estas preguntas y plantear algunas nosotros mismos hace que evitemos las suposiciones y permitamos un diálogo sano. Las preguntas de los niños a veces pueden parecer superfluas o pequeñas, pero obedecen a inquietudes reales que es preciso atender. Desechar cualquier pregunta desmotiva la indagación, y puede enfrascar a los niños en un estrés mayor. Si por el contrario las preguntas son complejas, podemos ayudarles a desglosarlas en otras más simples para responder realmente a sus inquietudes en vez de crear otras que tal vez no tenían. 

En redes sociales circulan imágenes y videos con mucha violencia. Este contenido en general no es apto para los niños. Es nuestro deber filtrar información altamente sensible y no exponerlos innecesariamente a estas situaciones. Recordar que cada video es una parte de la historia, y aunque como adultos en general podemos entender esto, el niño se queda con esa parte y la vuelve toda su realidad.

Como lo hemos visto a través de todo el año pasado y lo que va de 2021, la gestión emocional es vital. Para ello, podemos modelar nombrar lo que sentimos y preguntarles por sus propias emociones. Podemos aprender a reconocerlas también con juegos, colores, conociéndose más como familia, cuentos, meditaciones y hasta explorando qué sería su sociedad ideal. Soñar con un futuro diferente y plantearse modelos originales permitirá desde ya imaginarse el lugar en el que quieren vivir de adultos.

Finalmente, si ya sea que nosotros o los niños lo necesitamos, pedir ayuda siempre es posible. La vulnerabilidad no es motivo de vergüenza. Puede ser con la familia, los amigos o las diferentes líneas gratuitas que existen.

 

Foto 1 de Flora Westbrook en Pexels

Foto 2 de Ivan Samkov en Pexels